martes, 26 de febrero de 2008

Leer o no leer, esa es la cuestión

"El 43% de los españoles pasa de los libros" y "El 88,2% de los niños entre 10 y 13 años lee habitualmente y el mercado crece para ellos".
Está claro, después de leer estos dos artículos, que el hábito de lectura es inversamente proporcional a la edad, es decir, a más edad, menos hábito. Entonces aquí llega la gran discusión, ¿ a quién echar la "culpa"?
Somos muy propensos, todos los agentes de la sociedad, padres, profesores, etc., a pasarnos la pelota unos a otros.

En mi opinión un problema o una dificultad, casi podría afirmar rotundamente, que nunca tiene una única causa, y en este caso en particular, creo que tampoco.
Según el artículo que nos habla del hábito de lectura que tienen nuestros niños (algo que me ha sorprendido bastante) éstos se llevan la palma en cuanto a lectura, incluido el número de ejemplares al año. Entonces suponemos que en su trayectoria educativa hasta el momento han tenido una buena formación lectora. Pero entonces ¿por qué esto cambia en la adolescencia? y peor ¿por qué va decreciendo progresivamente según alcanzamos edades más adultas?

Claramente creo que sobre este tema no tenemos muy claras nuestras responsabilidades. En casa queremos que los profes hagan que nuestros hijos se enamoren de la lectura, aunque nosotros no leamos muy a menudo, sabemos que es importante que nuestros hijos lean. Y en la escuela, aunque trabajamos mucho la lectura, no sé si nos da mucho tiempo a intentar que nuestros alumnos disfruten de ella o simplemente saber si ésta despierta mayor o menor interés en nuestros discentes.
Además, en la sociedad la lectura no está muy normalizada, sí vemos a gente en el tren o metro leyendo y lo admiramos, incluso algunos pensamos, el próximo día me traigo un libro y leo yo también, joe, me gusta, porque no lo hago nunca...
Pero no facilitamos la lectura. No enseñamos a los niños o a los mayores, casi mejor, a conocer qué bibliotecas municipales o librerías tienen en su entorno, ni creamos salas de lectura en diferentes lugares de la vida cotidiana, ni facilitamos o publicitamos el acceso a la lectura. Aunque afortunadamente, esto va cambiando, pues ya tenemos autobuses-bibliotecas en las ciudades, puestos de préstamo de libros en el metro, etc. Menos mal...

Pero me sigue sorprendiendo que los datos nos muestren que a mayor edad menos lectura, y es que cuando uno se va haciendo más mayor es cuando más tiempo tiene, entonces no puedo comprender la razón por la que no se cumple, y espero, sinceramente, que lo que hoy en día vemos en nuestros niños, sea consecuencia de la labor de la escuela y de la familia, que comenzamos a dar más importancia al leer libros, y que los que ahora son más mayores no tuvieron todos estos medios ni esta iniciación a la lectura.

Aún así, debemos tomarnos el tema muy en serio, y empezar dando ejemplo, y coger mañana mismo ese libro y comenzar a leerlo para volver a sentir ese maravilloso placer que es leer.
Y así, y quizá solamente así, poder transmitir, mucho mejor, ese amor a la lectura, que nadie podemos imponer y que debe sentirse en uno mismo.

Mucho ánimo y esperanza.

Marjo